miércoles, 28 de septiembre de 2016

La Cueva del Boquete de Zafarraya

Entrada de la Cueva del Boquete de Zafarraya. Foto: Juan Carlos Cazalla
La Cueva del Boquete de Zafarraya, un lugar visitado por los neandertales hace 40.000 años.
Contexto geográfico
 La Cueva del Boquete de Zafarraya se localiza en la vertiente meridional de la sierra de Alhama, a unos 1020 m.s.n.m, al oeste del puerto de montaña del Boquete de Zafarraya, a pocos centenares de metros del núcleo urbano de Ventas de Zafarraya, y a unos 3 km de Zafarraya, aunque la cueva se localiza en el término municipal de Alcaucín, ya en la provincia de Málaga.
 La cueva domina un paisaje de sierras calizas muy elevadas, con fuertes pendientes y relieve muy vigoroso, con valles encajados, típicos de la orogénesis alpina, destacando hacia el este el pico de la Maroma con 2065 m, en la sierra de Tejeda-Almijara. Hacia el sur destacan las tierras de la comarca de la Axarquía malagueña, que en menos de 25 km, a vista de pájaro, desciende los 1000 m de altitud hasta chocar literalmente con el Mediterráneo.
 Al norte de la cueva se desarrolla el denominado Llano de Zafarraya, a 900 m de altitud y con una superficie de unos 22 km2. Bajo un punto de vista geológico se trata de un “polje”, es decir, es una depresión de origen kárstico y tectónico, rodeada de montañas calizas y que durante el Cuaternario ha sido colmatada de sedimentos.
 Limitando al “polje” desde el noroeste hasta el noreste, se sitúa sierra Gorda, que es una gran masa caliza de unos 300 km2 de superficie, con una altitud que no supera los 1671 m.
 Así pues, la Cueva del Boquete de Zafarraya se ubica en un espacio geográfico excepcional, en un mosaico de paisajes, muy difícil de igualar, disfrutando de diversos nichos ecológicos.
El descubrimiento
 El yacimiento arqueológico existente en la Cueva del Boquete de Zafarraya fue descubierto por Cecilio Barroso Ruiz en 1979, tras una prospección que efectuó a la cavidad. En dicha visita pudo comprobar que en la superficie existían diversos restos tanto arqueológicos como faunísticos, infiriéndose de los mismos la existencia de un posible depósito de edad neolítica y paleolítica.
 Las primeras excavaciones arqueológicas se desarrollaron durante el mes de octubre de 1981, continuando en 1982-83 y una segunda etapa (1990-94) caracterizada por la colaboración hispano-francesa, estando dirigidas todas las campañas por Cecilio Barroso Ruiz y codirigidos por Francisca Medina Lara.
 Esta colaboración en el desarrollo de las excavaciones arqueológicas y de la investigación ha permitido que la Cueva del Boquete de Zafarraya sea, actualmente, el yacimiento de neandertales mejor conocido y valorado de Europa, gracias a la publicación de dos monografías consagradas exclusivamente a dicho yacimiento, ambas editadas por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía y que han permitido difundir dicha investigación tanto a nivel nacional como internacional.
 El 13 de abril de 1987, la Cueva del Boquete de Zafarraya es declarada Bien de Interés Cultural (BIC).
La investigación
 La investigación ha estado dirigida a conocer aspectos tanto físicos como culturales de los neandertales, pero enmarcados dentro de entornos paleoclimáticos, faunísticos, botánicos y cronológicos.
 Lo que hace que este yacimiento sea exclusivo en los estudios de prehistoria europea es la presencia en el mismo de numerosos fósiles de neandertal, siendo raros y difíciles de encontrar. En la Cueva de Zafarraya tenemos restos que pertenecen a un mínimo de nueve individuos, comprendiendo dos niños y siete adultos. La mortalidad es importante entre los jóvenes y los niños. No se ha detectado ningún tipo de enterramiento intencional, sino que los restos humanos se encuentran depositados junto a los demás restos de comida, sin que se observe haber sido objeto de un trato especial.
 A la entrada de la cavidad se localizó una hoguera excavada en el suelo por los neandertales y en su interior existían numerosos huesos carbonizados y muy fragmentados que pertenecían a una mandíbula, dos fémures y una tibia, todos humanos, junto a otros restos de herbívoros como Capra pyrenaica, y que formaban parte de una comida. Estos huesos además de estar incinerados fueron descarnados con útiles de piedra. Igualmente el fémur 1 se encuentra fracturado intencionadamente, para extraerle la médula ósea, alimento muy rico en grasas, y conserva en toda su superficie numerosas trazas de descarnamiento. Estamos, pues, en presencia de un acto de canibalismo -el mejor documentado hasta el momento- llevado a cabo por un pequeño grupo de neandertales.
 Los análisis que se han efectuado sobre los restos de las cabras jóvenes han permitido estimar el periodo del año correspondiente al paso de los hombres por el yacimiento, entre finales de primavera y principios de otoño. Realmente la cueva no ha servido como lugar de hábitat más o menos permanente, sino que tan solo ha supuesto un refugio de muy pocos días, en su periplo cinegético. Sin embargo la Cueva de Zafarraya sí ha sido utilizada como hábitat por grandes carnívoros, tales como la pantera, el oso y los cuones. Tanto los neandertales como los carnívoros estaban prácticamente especializados en la caza de las cabras, que en aquellos periodos tuvieron que ser muy abundantes en este paisaje de sierra, aunque los homínidos también llegaron a cazar otros grandes herbívoros, típicos de bosques, como los ciervos, que se presenta como una actividad muy ocasional y excepcionalmente se encuentra un joven jabalí, muerto durante el verano. El bosque se extendería sobre el polje y fue de tipo mediterráneo. Los animales de pradera arbórea están representados por los bóvidos de gran talla, como el Bos primigenius, en tanto que el caballo, animal típico de la estepa mediterránea, no se encuentra más que ocasionalmente en el yacimiento, donde los hombres han aportado algunos elementos de carcasas de individuos adultos.
 Para acceder a la cueva es preciso estar en buena forma física, siendo muy dificultoso su acceso. No existe camino alguno. La subida se inicia tomando la antigua vía de tren, cruzando el puerto de montaña, donde actualmente existe una explanada con mirador al imponente paisaje, habilitada por la Consejería de Medio Ambiente y dotada de iluminación, aparcamiento, mesas, cartelerías informativas, etc. A partir de este punto se comienza a ascender hacia el oeste, pegados a los tajos hasta que sea visible el gran porche de la cavidad. La cueva está cerrada a las visitas, aunque merece la pena la subida aunque solo sea para tocar las mismas piedras que tocaron los neandertales y ver los mismos paisajes -prácticamente inalterados- que ellos mismos vieron.
 Cecilio Barroso Ruiz. Arqueólogo

Fuente: Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico